Se pueden plantear dos
escenarios, construir un puente y dejarlo a su suerte hasta pasar el punto de
ser técnicamente inservible, o aplicar un programa de mantenimiento constante y
evitar que se produzcan daños de entidad que requieren grandes intervenciones e
inversiones.
La segunda opción sin duda es
la más deseable. Precisamente en el caso de puentes, las grandes intervenciones
de reparación o refuerzo generalmente requieren cortarlos al tráfico de forma
parcial o totalmente. En el caso de sustitución el corte de tráfico es evidente
y puede prolongarse en el tiempo durante varios meses. Con una red de
carreteras en explotación los cortes de tráfico son costosos y causan muchas
molestias a los usuarios.
El mantenimiento rutinario comprende
los trabajos de carácter preventivo o planificado que se realizan
periódicamente en los puentes durante su vida útil para conservar las
propiedades y capacidades funcionales, subsanar las deficiencias o afectaciones
que son provocadas por la acción del uso, agentes atmosféricos o su
combinación, sin que sus elementos componentes fundamentales sean objeto de
modificación o sustitución parcial o total.
Dentro de los trabajos que el
mantenimiento comprende pueden citarse los siguientes: pintura, arreglo de
desconchados y fisuras superficiales, rejuntado en estructuras de fábrica,
impermeabilización de tableros, fijaciones de impostas, limpieza de imbornales,
limpieza de juntas, etc. Estos trabajos en dependencia de cuando se empleen
podrán considerarse preventivos o correctivos.
La falta de mantenimiento
adecuado en los puentes da lugar a problemas de funcionalidad y seguridad que
pueden ser graves: limitación de cargas, restricciones de paso, riesgo de
accidentes, riesgo de interrupciones de la red..., y a un importante problema
económico por el acortamiento de la vida útil de las obras.
Según muestra la siguiente
fotografía, el agua que filtra desde la calzada por el lateral de la viga exterior
del tablero y cargadero de la pila produce a largo plazo daños de entidad. En
el caso de las vigas, por ser prefabricadas cuentan con un recubrimiento muy
estricto, el grado de corrosión de las armaduras pasivas ha hecho que se asoman
por el paramento. El cargadero de la pila presenta algunas fisuras en mapa y el
inicio de fisuras de entidad en la parte inferior. Tanto ligeros cambios en el
diseño como un mantenimiento adecuado puedan prevenir daños de este tipo.
Además, los efectos dañinos de la corrosión se incrementan exponencialmente en
el tiempo, especialmente si hay un recubrimiento escaso, efectos de humedad y
un ambiento con cloruros.
Fotografía: Lateral tablero y
cargadero pila.
El mantenimiento preventivo
tiene la posibilidad de ser programado en el tiempo y, por lo tanto, evaluado
económicamente. Está destinado, como su nombre indica, a la prevención,
teniendo como objetivo el control "a priori" de las deficiencias y
problemas que se puedan plantear en el puente debido al uso natural del mismo.
También el mantenimiento rutinario se puede considerar parte del mantenimiento
preventivo.
Al respecto es interesante
comentar que, según publicó recientemente la Asociación Española de la
Carretera (AEC), hacen falta 6.600 millones de euros para paliar el desgaste
que han sufrido nuestras carreteras en los años de crisis. El 94% del problema
obedece al desgaste acelerado de los deficientes pavimentos. Una ausencia de
inversión que afecta directamente a la seguridad vial, al mantenimiento de
vehículos y a la propia vía.
Con un presupuesto ajustado para el mantenimiento de puentes y
estructuras no hay otra forma que actuar de forma selectiva. Aplicando un
programa de mantenimiento, con sus diferentes niveles de inspecciones, se puede
contar con la información adecuada para poder priorizar las intervenciones en
aquellos puentes en peor estado. El nivel de detalle de la información,
íntimamente relacionado con el presupuesto disponible para tal fin, es vital para
poder saber el progreso de los daños en el tiempo.