En qué consiste el mantenimiento de puentes

La conservación y el mantenimiento de puentes son unas de las actividades más importantes entre las que hay que realizar para llevar a cabo la conservación de una red de carreteras. Su objetivo final, como la de toda labor de conservación, es la del mantenimiento de todas las condiciones de servicio de la infraestructura en el mejor nivel posible.

Antes de todo, para poder definir y planificar actuaciones de mantenimiento es primordial conocer en todo momento el estado real de todos los puentes, los diferentes tipos de inspección sin duda son el medio para facilitarnos esa información.
En general, el primero en que se piensa al escuchar la palabra Mantenimiento es la realización de obras, como es por ejemplo la limpieza. Sin duda la limpieza es una parte importante pero el mantenimiento engloba muchas más cosas.
Deberíamos preguntarnos qué queremos conseguir con el mantenimiento de puentes. Los siguientes objetivos reflejan de forma general algunos de los más importantes:
  •         Mejora de los índices de calidad con disminución de los costes de mantenimiento
  •         Supresión inmediata de limitaciones temporales de circulación
  •         Aumento de la vida útil y fiabilidad de las instalaciones
  •         Mejora de la regularidad, seguridad y confort y disminución de la afección la circulación de vehículos.

Para cumplir con los objetivos fijados, podemos contemplar diferentes tipos de mantenimiento, dependiendo si son programables en el tiempo o no.

El mantenimiento preventivo tiene la posibilidad de ser programado en el tiempo y, por lo tanto, evaluado económicamente. Está destinado, como su nombre indica, a la prevención, teniendo como objetivo el control "a priori" de las deficiencias y problemas que se puedan plantear en el puente debido al uso natural del mismo. También el mantenimiento rutinario se puede considerar parte del mantenimiento preventivo.

El mantenimiento corrector comprende aquellas operaciones necesarias para hacer frente a situaciones inesperadas, es decir, no previstas ni previsibles. Las reparaciones y sustituciones físicas y/o funcionales son operaciones típicas de este tipo de mantenimiento.
Para acometer una reparación o refuerzo primero hace falta caracterizar y cuantificar correctamente los deterioros. Actuar sin tener certeza sobre la causa del daño garantiza una reparación con una vida útil corta.
Como demuestran los estudios tanto internacionales como nacionales, y que es de sentido común, las correcciones serán más durables, más efectivas, más fáciles de ejecutar y mucho más económicas, cuanto antes son ejecutadas.
El mantenimiento podemos diferenciar también según el motivo, si es ordinario o extraordinario. Otra clasificación es según su complejidad, hay tres, siendo simple o habitual, medio y complejo.

Entre el mantenimiento rutinario, ordinario, de complejidad simple o habitual se puede mencionar:
  •           Limpieza (superficies, juntas, sistema de desagüe, etc.)
  •           Eliminación de vegetación
  •           Pintura de barandillas
  •           Tratamientos superficiales (pintura anti carbonatación, hidrofugación, etc.)
  •           Ejecución de goterones
  •           Agargolar desagües
  •           Etc.

Intervenciones de más entidad formando parte del mantenimiento corrector, extraordinario, de complejidad media o alta podrían ser:
  •           Sustitución de aparatos de apoyo
  •           Sustitución de juntas de dilatación
  •           Refuerzos estructurales
  •           Protecciones contra socavación
  •           Recalce de cimentaciones
  •           Inyección de fisuras
  •           Etc.